MENOS, ES MÁS. ESA DEBERÍA SER LA PRIMERA COSA QUE DEBERÍAMOS ENTENDER, ANTE LA LLEGADA DE UN NUEVO PERRO A CASA.

Para cualquier perro, ya sea cachorro, o un perro adoptado de edad adulta, es un gran cambio en su vida el hecho de llegar a un nuevo hogar. Todo es nuevo para él.

Y ante cualquier cambio, es necesario pasar por un periodo de adaptación, igual que para nosotros, el cambiar de trabajo, de ciudad, o incluso cambiar de coche.

Pero, como es lógico, para nosotros es una gran ilusión tener un nuevo miembro en la familia, y tenemos una necesidad (equivocada) de empezar cuanto antes a educarle, o enseñarle a hacer distintas cosas, para así evitar futuros problemas de conducta y tener a ese perro diez, con el que todos soñamos.

Está muy bien tener el compromiso, de querer educarle y dedicarle todo el tiempo que sea necesario para poder conseguir que sea un perro tranquilo y feliz, pero cada cosa a su tiempo.

¿Y por qué? Pues muy simple, lo primero que debemos entender, es que, sobretodo en los primeros días o semanas, el nivel de estrés del perro está muy por encima de lo que debería ser habitual, con lo cual, probablemente no sea capaz de gestionar, ni entender de la forma adecuada todo lo que estamos dispuestos a enseñarle.

Su prioridad en este momento, es descubrir su nueva familia, su nuevo entorno, todos los estímulos nuevos con los que va a tener que convivir. Y eso necesita tiempo.

Por otro lado, tu prioridad durante este periodo, debe ser conocer muy bien a tu perro. ¿Que le gusta?¿Que no le gusta? Si trae en su «maleta» problemas de comportamiento, o no. De esta manera, seguro, que llegado el momento, os es mucho más sencillo poder entrenar con él y poder ofrecerle refuerzos positivos de mucho más valor, con lo cual, la probabilidad de éxito, aumentará considerablemente.

A menudo, el no hacer nada, es la mejor opción. Simplemente conoceros, observaros, acompañaros, y disfrutar el uno del otro. Tendréis toda la vida para poder aprender cosas nuevas juntos.